Nombre: Luis, a 9.988 km de casa.
Ocupación: Ingeniero consultor de redes.
País de residencia: Polonia.
País de origen: Honduras.

Uno siempre emigra con la idea de no irse permanentemente. En mi caso, me fui a Barcelona para sacar una maestría en la Universidad Politécnica de Cataluña. Eso fue en septiembre de 2013. Una vez allí, gané una beca de investigación y a principios de 2017 me incorporé en el equipo de Cisco como ingeniero consultor de redes en Cracovia (Polonia).  

En todo este tiempo, siempre me he sentido bastante bien. Extrañaba mis amistades con las que salía a jugar a futbol, pero poco a poco he ido conociendo a nuevas personas que le sirven a uno de soporte estando fuera. 

El primer reto al que tuve que enfrentarme cuando llegué a Polonia fue el idioma. El polaco es bastante complicado. Hay muchas palabras que apenas tienen vocales, y yo me pregunto “¿esto cómo se pronunciará?”. Me he encontrado en algunas situaciones difíciles, especialmente a la hora de hacer algún trámite legal. Sin embargo, la tecnología nos hace la vida más sencilla: en el supermercado le tomo una foto a la etiqueta de un producto y automáticamente lo traduce.  

Sí he notado una diferencia muy marcada entre el carácter de la gente en Barcelona y en Cracovia. Pero no tan pronunciado como me decían antes de llegar allá. A veces, nos dejamos llevar por los estereotipos. Cuando vivía en Tegucigalpa también me decían que los españoles podían llegar a ser prepotentes.  Pero para mí la gente de España fue siempre muy cálida y nunca tuve problemas. 

En la empresa para la que trabajo hay personas de 50 nacionalidades diferentes. Venimos de diferentes lados, hacemos las cosas de maneras diferentes, y por nuestras experiencias previas a veces afrontamos las situaciones de manera distinta. Pero creo firmemente que la multiculturalidad enriquece y aporta de manera positiva. 

La verdad es que no sé si la situación en Honduras ha mejorado en estos 4 años que llevo fuera. Mi papá sufrió una experiencia muy fea: por robarle el carro casi lo matan. Eso aceleró su decisión de marcharse a vivir en Estados Unidos, donde tiene residencia permanente. Vivir tranquilo no tiene precio. 

En mi caso me marché por crecimiento profesional. La verdad es que en Honduras lo tenía todo: estaba cómodo, tenía buen trabajo. Pero se dio la oportunidad y decidí tomarla. Para mí ahora es un poco difícil regresar a Honduras, porque mi familia también ha emigrado. 

La forma de vivir europea me gusta mucho. Es más tranquila y siempre hay cerca tantos lugares interesantes que conocer. En estos momentos es algo que quiero seguir haciendo: seguir viajando, seguir conociendo. Y continuar creciendo profesionalmente. 

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES