Nombre: Sandra, a 3.118 km de casa.
Ocupación: Diplomática.
País de residencia: Perú.
País de origen: Honduras.

Cuando terminé la carrera de Comercio Internacional quería comerme el mundo. Me ofrecieron una oportunidad de trabajo en el exterior y lo acepté sin pensarlo. Salí con la idea de trabajar en mi área, pero con el paso del tiempo fui metiéndome poco a poco en el tema migratorio, que me encanta.

En 2005 salí de Honduras para trabajar en la frontera sur de México, allá viví 4 años y luego me trasladé a San Luis Potosí (México), donde viví 3 años más. Regresé a Honduras y hace casi un año y medio que resido en la ciudad de Lima (Perú).

Viví épocas muy difíciles en México, conocí la desgracia humana y lo bajo que puede llegar a caer un ser humano. Pero también conocí a personas excepcionales que me enseñaron a ver el mundo con otros ojos y convertirme en una mejor persona. Ver de cerca la necesidad de las personas más vulnerables te transforma, te vuelve empática y más agradecida con la vida.

Uno de los retos a los que tuve que enfrentarme fue el choque cultural. Es paradójico: el pueblo mexicano es gente servicial que te abre las puertas de su casa de corazón. Ellos utilizan siempre la frase que dice “mi casa, tu casa”, y realmente es así. Sin embargo, también hay mucha gente empeñada en ver únicamente algunos estereotipos de las personas centroamericanas.  Y eso no solo pasa en México, lamentablemente en muchos países existe ese estigma, por eso, creo que el principal desafío que tenemos es hacer que la gente se quite el prejuicio de que Honduras es un país peligroso, corrupto o que  somos delincuentes.

En los países receptores existe la creencia de que los inmigrantes son una amenaza y una carga económica.  Sin embargo, estoy convencida que un buen sistema de integración de los inmigrantes conlleva beneficios económicos tanto para los países receptores como para los países emisores y esa es una de las cosas que me apasiona: más allá de la economía, se produce un intercambio de conocimiento que crea capacidades en materia educativa, cultural y de desarrollo sostenible.

Cuando las hondureñas y los hondureños estamos en el exterior, tenemos la responsabilidad de dar a conocer lo mejor de nuestro país, puesto que tenemos cosas únicas y maravillosas. En este momento uno de mis retos es que los hondureños nos organicemos y  dejemos huella en el Perú. Me gustaría que la diáspora estuviera más organizada para contribuir a hacer de Honduras el lugar que todos soñamos.

En definitiva, las personas migrantes somos una oportunidad fundamental para el desarrollo futuro de nuestro país de origen y también del país donde, por una u otra razón, residimos ahora. Y los hondureños tenemos mucho que aportar en materia social, cultural, económica y laboral para avanzar hacia un país más desarrollado y con más bienestar para todas las personas.

SDG 8 - TRABAJO DECENTE Y CRECIMIENTO ECONÓMICO
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES